25 noviembre 2007

Nadie vigila el 'garrafón' desde hace siete años

La última inspección contra las bebidas adulteradas se realizó en Cáceres en 2000 y el resultado fue negativo, pero el mito del alcohol de garrafa sigue en boca de todos.

En ciudades como Cáceres y Plasencia todo el mundo dice saber en qué bares se sirve 'garrafón', pero hasta la fecha nadie ha sido capaz de demostrarlo. El único intento serio del que se tiene noticia lo encargó en el año 2000 la Dirección General de Consumo de la Junta, que analizó el whisky servido a los clientes en 15 establecimientos de la capital cacereña. No detectaron nada fuera de normal, y desde entonces ninguna autoridad pública ha vuelto a preocuparse de un problema con retazos de leyenda urbana que sigue estando en boca de todo el que sale a tomar copas por la noche.

Entre los defensores del botellón uno de los argumentos más eficaces es que así se garantizan que el alcohol que consumen es de buena calidad. Ellos mismos lo compran en el supermercado y nadie les da gato por liebre. Es más, aseguran que la noche que cambian el botellón por los bares su organismo se resiente. «No es normal que te tomes tres copas y al día siguiente tengas resaca», afirma Jorge, un joven cacereño habituado a la noche.

Pruebas 'físicas'

Tanto él como muchos otros clientes de los locales de copas juran y perjuran que el 'garrafón' existe, que está a orden del día en determinados establecimientos que enumeran casi de carrerilla. Sus pruebas son resacas excesivas, fuertes dolores de cabeza y olores y sabores extraños en la bebida, pero poco más.

Las numerosas denuncias recibidas llevaron en el año 2000 al entonces director general de Consumo de la Junta de Extremadura, José Félix Barrantes, a ordenar una campaña de inspección. Querían detectar tanto posibles adulteraciones de las bebidas que se servían en los locales nocturnos como si el whisky de marcas conocidas que se vendía en los supermercados como escocés cumplía los parámetros de calidad para esta denominación.

La inspección de los bares se centró en la ciudad de Cáceres, y en concreto en el whisky, la bebida alcohólica más consumida. La Junta actuó además por sorpresa para que nadie estuviera sobre aviso. Los inspectores, acompañados por policías de paisano, tomaron 15 muestras en otros tantos establecimientos durante tres fines de semana consecutivos, a la misma hora y en distintas zonas. Las muestras se pidieron de las botellas abiertas que en ese momento estaban siendo servidas a los clientes.

Las 15 fueron enviadas para su análisis al Centro de Investigación y Control de la Calidad del Ministerio de Sanidad y Consumo, el cual certificó que en ningún caso se había producido adulteración. Todas cumplían con la calidad exigida para cada tipo de whisky.

Supermercados

La otra parte de la campaña consistió en que los inspectores compraron 20 botellas en supermercados y grandes superficies repartidos por varias localidades extremeñas, en concreto de marcas poco conocidas de bajo precio que se venden como whisky escocés. Los técnicos del Ministerio concluyeron que todas respetaban los parámetros de calidad, y la única anomalía detectada fue una botella de un supermercado de Navalmoral de la Mata que no cumplía la normativa de etiquetado.

Aquella fue la primera y única intentona de detectar posibles fraudes. Aunque desde la Junta se anunciaron nuevas inspecciones relativas a otras bebidas como el ron, la ginebra o los licores, nunca llegaron a efectuarse. Consultada al respecto por este diario, la Consejería asegura que ahora son los ayuntamientos los responsables de llevar a cabo ese tipo de controles.

Pero al menos en el Ayuntamiento de Cáceres eso no está tan claro. El concejal responsable en materia de Consumo, Miguel López, señala que aunque el municipio tomase las muestras, sería en todo caso la Junta la encargada de realizar los análisis en sus laboratorios, ya que el Consistorio no dispone de recursos para ello.

El caso es que los únicos análisis realizados hasta la fecha dicen que el 'garrafón' no existe, o al menos que no se trata de una práctica tan extendida como pretende la conciencia colectiva. Pero entonces, ¿cual era el destino de los 40.000 litros de alcohol ilegal incautados hace cuatro años por Vigilancia Aduanera en una nave industrial de Plasencia?

Una operación llevada a cabo por ese servicio de la Agencia Tributaria en enero de 2003 desmanteló una red que se dedicaba a envasar a granel alcohol adulterado en el polígono industrial placentino, donde disponían, además de la bebida, de maquinaria envasadora, varios depósitos de 1.000 litros y envases de cinco y diez litros que sellaban y después camuflaban con etiquetas de productos químicos.

El negocio existe

Aquel fue un caso claro de que el negocio del 'garrafón' existe a gran escala, pues fueron intervenidos nada menos que 40.000 litros, pero a la hora de la verdad nadie sabe ni ha visto nada en los bares cacereños.

Varios hosteleros consultados han preferido no aparecer en este reportaje. Por supuesto, todos han negado que en sus establecimientos se sirva 'garrafón', y también que conozcan a alguien que lo haga, pero aun así no quieren ver su imagen vinculada con este asunto.

Admiten que en la calle se habla del 'garrafón', pero ellos lo consideran una leyenda urbana. «Todo el mundo dice que existe, pero yo no conozco a nadie que lo haya visto con sus ojos», apunta A.N., hostelero de la Madrila. Algunos aseguran incluso que usar bebidas adulteradas ni siquiera sería negocio, y lo único que están dispuestos a admitir es que pueda haber alguien que dé el cambiazo con licores de marcas más baratas, pero que en cualquier caso cumplen con la normativa sanitaria y con los mínimos de calidad exigidos.

Mientras no se aclare, muchos seguirán culpando de la resaca del domingo al 'garrafón', aunque en realidad se deba a las seis u ocho copas de la noche anterior.

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