09 septiembre 2007

La otra cara de la noche

pluriempleados de la hostelería que tienen las mismas quejas que el resto de jóvenes que salen a divertirse: falta de alternativas de ocio, horarios que se quedan cortos y la pasividad de los políticos.

NO esconden que la noche les obliga a lidiar con aquellos que van pasados de alcohol, con esos otros que intentan colar en los locales drogas y con aquellos que simplemente no saben divertirse sin molestar a terceros. Son las otras caras de la fiesta: viven la noche desde otro lado y por tanto, desde otro punto de vista.

Desde hace algunos años, el personal de bares y discotecas de Cáceres ha combinado la presencia de universitarios y la veteranía de los trabajadores. No obstante, no dejan de ser jóvenes preocupados por su ciudad. Se quejan de la falta de alternativas de ocio, de la falta de coherencia política y de las polémicas con el cierre de bares y discotecas.

El dinero extra viene bien independientemente si uno es estudiante o trabajador, y el pluriempleo está a la orden en este campo: auxiliar administrativo por el día, camarero por la noche. Estas jornadas se convierten en todo un combate a campo abierto, donde se entremezclan en ocasiones las lecciones de la oposición y el territorio comanche que conforma la noche en cualquier sitio una vez la madrugada se ha abierto.

La noche cacereña no duerme. Los jóvenes que están directamente relacionados con los oficios nocturnos que se desprenden de la hostelería tampoco cierran los ojos ante la polémica del ocio en la ciudad.

Noelia Trigoso tiene 28 años y por el día es educadora social. Comenzó en el mundo de la hostelería para ayudar a su hermano y desde entonces no ha parado. Es una de las camareras de Aquelarre, un pub ubicado en la Plaza Mayor. La gente forma el apunte positivo y a la misma vez, el negativo. «Conoces a mucha gente y te diviertes, pero no suelen ser educados y te tratan como servilletas», señala.

Como «borregos»

En lo que se refiere a la ciudad, Noelia lo tiene claro: «parecemos borregos, todos a lo mismo y conformándonos con lo que hay». Esta cacereña, muy crítica con la situación del ocio nocturno en Cáceres, apunta la falta de propuestas culturales. «Falta más música, más exposiciones, mas actividades asequibles al público».

El portero del pub La Calle oposita para Policía Nacional, trabaja en el gimnasio Teo y por la noche se convierte en la cara más seria del bar. Se llama Pedro Antonio Acosta, y también tiene muy definidas sus posturas en cuanto al ocio nocturno: «Aquellos encargados de ofrecer alternativas de ocio se dedican a coartarlas. Deberían ser parte de la solución, pero lo son del problema».

Pedro acoge con filosofía su apretado horario, que no acaba hasta las 3 de la madrugada y que comienza a las 14 horas en su trabajo del gimnasio. «La vida es así», asegura. «Lo peor es que alguna gente no sabe divertirse, pero me gusta trabajar por la noche», señala. Los porteros tienen mala fama, acomodada por las críticas a vetar la entrada por la indumentaria. «Todas las noches tengo algún altercado, aunque en general, no suelen ser fuertes. Normalmente, luego se soluciona mediante el diálogo», asegura.

Más horario

Lorena tiene 27 años. Trabaja como auxiliar administrativo en una empresa cacereña y forma parte de la cuadrilla de camareros del pub Aquelarre. «Lo peor sin duda es que trabajas cuando la gente está de fiesta, pero la cara amable es que te ríes y te diviertes mucho», dice.

Lorena es una veterana camarera que cuenta con seis años detrás de la barra del bar, de los que cinco ha estado en el pub de la Plaza Mayor. «¿Qué le falta a Cáceres?. Creo que falta horario, retrasar la hora de cierre de los bares y las discotecas», señala.


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