
El dictador Augusto Pinochet ha fallecido hoy domingo a los 91 años de edad en el Hospital Militar de Santiago, donde se encontraba ingresado desde el pasado domingo, cuando sufrió un infarto de miocardio que a punto estuvo de costarle la vida. Pinochet rigió con mano de hierro los destinos de Chile entre 1973 y 1990, encabezando una dictadura que eliminó y reprimió a miles de opositores. La Justicia chilena estaba en proceso de encausar al general por algunos de los crímenes cometidos por el Gobierno militar que dirigió.
"El hospital Militar de Santiago comunica el sensible fallecimiento del ex presidente de la República y ex comandante en jefe del Ejército, general Augusto Pinochet Ugarte", es el texto de un escueto comunicado emitido por el Hospital Militar. "A las 13:30 horas (17.30 en España) el paciente sufrió una inesperada y grave compensación que obligó a su traslado en estado crítico a la Unidad de Cuidados Intensivos donde se aplicaron todas las medidas médicas de resucitación no lográndose la respuesta médica positiva falleciendo a las 14.15 horas", dice el comunicado.
La muerte de Pinochet se ha producido antes de que pudiera responder ante la Justicia por los miles de crímenes cometidos por la dictadura que encabezó. Según estimaciones, unas 3.200 personas murieron a manos de agentes del Estado, de las que 1.192 permanecen como detenidas desaparecidas. Más de 28.000 opositores fueron torturados, según datos oficiales, y alrededor de 300.000 debieron exiliarse por razones políticas.
Actualmente, el ex dictador estaba siendo procesado por algunos de los crímenes de los que se le acusaba. De hecho, durante su convalecencia en el Hospital Militar le fue levantado un arresto domiciliario. La Caravana de la muerte, la Operación Cóndor o la Operación Colombo eran algunos de los nombres de las campañas de represión de opositores. Al momento de morir, Pinochet estaba procesado como presunto autor de secuestros (desapariciones), homicidios y torturas en al menos tres casos por violaciones a los derechos humanos, además de un caso de fraude al fisco y uso de pasaportes falsos en relación con el descubrimiento, en 2004, de numerosas cuentas secretas a su nombre en el Riggs Bank de EE UU y otros bancos del exterior, en las que acumuló una fortuna calculada hasta el momento en 26 millones de dólares. De acuerdo con las leyes chilenas, tras su muerte Pinochet deberá ser sobreseído en todas las causas que lo involucraban.
Simpatizantes y detractores
Las reacciones de los chilenos han sido inmediatas y de signo contrario. Miles de detractores del ex dictador han salido a las calles a festejar, mientras decenas de sus simpatizantes se han congregado a las puertas del hospital para mostrar su aflicción y su apoyo a los familiares de Pinochet.
Los opositores del fallecido ex gobernante de facto celebran con cánticos, pancartas y banderas en la Plaza de Armas, y muchos de los familiares de detenidos desaparecidos han destapado botellas de champaña. La Alameda Bernardo O'Higgins, la principal arteria que cruza la capital chilena, se encuentra abarrotada de gente que celebra la muerte de Pinochet. En algunas poblaciones de la periferia, detractores del ex dictador han levantado barricadas y encendido fogatas para festejar el deceso del ex dictador, mientras los automovilistas recorren las calles haciendo sonar sus bocinas.
Por el contrario, frente al Hospital Militar donde se encontraba internado Pinochet, decenas de simpatizantes lloran su fallecimiento portando fotografías del ex dictador y entonan de vez en cuando el himno nacional. Algunos de sus partidarios han reaccionado con violencia contra de la prensa nacional y extranjera que cubre los acontecimientos a las puertas del Hospital.
La muerte de Pinochet se ha producido antes de que pudiera responder ante la Justicia por los miles de crímenes cometidos por la dictadura que encabezó. Según estimaciones, unas 3.200 personas murieron a manos de agentes del Estado, de las que 1.192 permanecen como detenidas desaparecidas. Más de 28.000 opositores fueron torturados, según datos oficiales, y alrededor de 300.000 debieron exiliarse por razones políticas.
Actualmente, el ex dictador estaba siendo procesado por algunos de los crímenes de los que se le acusaba. De hecho, durante su convalecencia en el Hospital Militar le fue levantado un arresto domiciliario. La Caravana de la muerte, la Operación Cóndor o la Operación Colombo eran algunos de los nombres de las campañas de represión de opositores. Al momento de morir, Pinochet estaba procesado como presunto autor de secuestros (desapariciones), homicidios y torturas en al menos tres casos por violaciones a los derechos humanos, además de un caso de fraude al fisco y uso de pasaportes falsos en relación con el descubrimiento, en 2004, de numerosas cuentas secretas a su nombre en el Riggs Bank de EE UU y otros bancos del exterior, en las que acumuló una fortuna calculada hasta el momento en 26 millones de dólares. De acuerdo con las leyes chilenas, tras su muerte Pinochet deberá ser sobreseído en todas las causas que lo involucraban.
Simpatizantes y detractores
Las reacciones de los chilenos han sido inmediatas y de signo contrario. Miles de detractores del ex dictador han salido a las calles a festejar, mientras decenas de sus simpatizantes se han congregado a las puertas del hospital para mostrar su aflicción y su apoyo a los familiares de Pinochet.
Los opositores del fallecido ex gobernante de facto celebran con cánticos, pancartas y banderas en la Plaza de Armas, y muchos de los familiares de detenidos desaparecidos han destapado botellas de champaña. La Alameda Bernardo O'Higgins, la principal arteria que cruza la capital chilena, se encuentra abarrotada de gente que celebra la muerte de Pinochet. En algunas poblaciones de la periferia, detractores del ex dictador han levantado barricadas y encendido fogatas para festejar el deceso del ex dictador, mientras los automovilistas recorren las calles haciendo sonar sus bocinas.
Por el contrario, frente al Hospital Militar donde se encontraba internado Pinochet, decenas de simpatizantes lloran su fallecimiento portando fotografías del ex dictador y entonan de vez en cuando el himno nacional. Algunos de sus partidarios han reaccionado con violencia contra de la prensa nacional y extranjera que cubre los acontecimientos a las puertas del Hospital.
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