
Un grupo de becarios predoctorales convocan una reunión para sentar las bases de una asociación. La principal queja de los que buscan hacer de la investigación su trabajo es la inestabilidad laboral.
Jóvenes investigadores de la región reclaman un sistema que garantice una continuidad en su trayectoria profesional. Lejos de la imagen idílica que la sociedad pueda tener de un científico, iniciar una carrera investigadora no es tarea fácil y los que emprenden esta aventura coinciden en apuntar que hay que tener mucha vocación para soportar tanta inestabilidad laboral.
Es difícil calcular el número de personas que en Extremadura intentan abrirse camino en la investigación. Existen becas autonómicas, estatales, de fundaciones o contratos ligados a proyectos concretos que sirven de plataforma para preparar una tesis doctoral --para lo que se requiere cuatro años--. El curso pasado se defendieron en el seno de la Universidad de Extremadura (Uex) 80 tesis doctorales. Pero tras obtener el título de Doctor, el siguiente paso es optar a una nueva convocatoria.
Y es que, como han señalado diversos jóvenes investigadores de la Uex, puedes rondar los 40 años de edad, contar con una formación excelente en un área determinada y ver que aún no tienes resuelto el aspecto laboral y que debes empezar de cero. "Hay que vivir al día" dice Elena Cubero, que tras leer su tesis se siente afortunada por haber conseguido una de las pocas becas posdoctorales que oferta la Junta de Extremadura para continuar investigando durante dos años en el extranjero. Así, esta placentina de 31 años continúa con sus proyectos en el Instituto Superior de Agronomía de Lisboa. Este mismo año planea casarse mientras lucha por encontrar su hueco en el ámbito investigador. "Lo más duro es la inestabilidad, no sabes si dentro de dos años, cuando se te acabe la beca que tienes, podrás continuar. Y fuera de este mundo, como tu perfil es investigador, tampoco es fácil encontrar trabajo".
La situación mejoró para los jóvenes investigadores cuando hace poco más de un año el gobierno central aprobó el Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF) que regula mediante un Real Decreto las becas predoctorales. Esta normativa establece el denomi
nado sistema 2+2. Es decir, los dos primeros años hasta conseguir el Diploma de Estudios Avanzados (DEA) la situación de estos jóvenes investigadores es la de ser un becario cotizando a la seguridad social. Los dos años siguientes pasan a tener un contrato laboral. No obstante, Extremadura se adelantó a esta regulación del gobierno de Zapatero y ya en junio del 2004 estableció el sistema 2+2 en sus becas predoctorales.
Pero cuando terminan esos cuatro años y leen su tesis, el contador se vuelve a poner a cero. "Es como una vuelta atrás porque, aunque he sido muy afortunada por obtener una beca posdoctoral --de dos años de duración--, paso de tener un contrato laboral a ser de nuevo una becaria", explica Elena Cubero.
Asociacionismo
Además, no todas las convocatorias cumplen con el sistema 2+2 según denuncia Abel Morcillo, que prepara su tesis doctoral en el departamento de Ciencias de la Antigüedad de Filosofía y Letras, en Cáceres. "El problema que tenemos en Extremadura es que no hay una asociación", indica. Un aspecto para el que se busca una solución en breve. Abel, junto con un grupo de becarios de esta facultad, ha convocado a través del correo electrónico una reunión --el próximo jueves, 15 de enero, a las 11.00 horas en el paraninfo de Filosofía y Letras-- para constituir una asociación de jóvenes investigadores en la región. A la cita pueden asistir todas aquellas personas que están iniciando su carrera investigadora y el objetivo de este nuevo colectivo estará en sintonía con la Federación de Jóvenes Investigadores-Precarios, que agrupa a las asociaciones de precarios --como se hacen llamar-- del país.
Pero si ya es difícil abrirse camino en la investigación contando con una beca predoctoral, mucho más lo es preparar una tesis por otras vías. Este es el caso de Rubén Sanz, de 33 años, que tras colaborar en varios proyectos de investigación en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en Biología, trabaja desde hace tres años en un proyecto de conservación de dos especies arbóreas que coordina Fernando Pulido, de la diplomatura de Forestales.
Es difícil calcular el número de personas que en Extremadura intentan abrirse camino en la investigación. Existen becas autonómicas, estatales, de fundaciones o contratos ligados a proyectos concretos que sirven de plataforma para preparar una tesis doctoral --para lo que se requiere cuatro años--. El curso pasado se defendieron en el seno de la Universidad de Extremadura (Uex) 80 tesis doctorales. Pero tras obtener el título de Doctor, el siguiente paso es optar a una nueva convocatoria.
Y es que, como han señalado diversos jóvenes investigadores de la Uex, puedes rondar los 40 años de edad, contar con una formación excelente en un área determinada y ver que aún no tienes resuelto el aspecto laboral y que debes empezar de cero. "Hay que vivir al día" dice Elena Cubero, que tras leer su tesis se siente afortunada por haber conseguido una de las pocas becas posdoctorales que oferta la Junta de Extremadura para continuar investigando durante dos años en el extranjero. Así, esta placentina de 31 años continúa con sus proyectos en el Instituto Superior de Agronomía de Lisboa. Este mismo año planea casarse mientras lucha por encontrar su hueco en el ámbito investigador. "Lo más duro es la inestabilidad, no sabes si dentro de dos años, cuando se te acabe la beca que tienes, podrás continuar. Y fuera de este mundo, como tu perfil es investigador, tampoco es fácil encontrar trabajo".
La situación mejoró para los jóvenes investigadores cuando hace poco más de un año el gobierno central aprobó el Estatuto del Personal Investigador en Formación (EPIF) que regula mediante un Real Decreto las becas predoctorales. Esta normativa establece el denomi

Pero cuando terminan esos cuatro años y leen su tesis, el contador se vuelve a poner a cero. "Es como una vuelta atrás porque, aunque he sido muy afortunada por obtener una beca posdoctoral --de dos años de duración--, paso de tener un contrato laboral a ser de nuevo una becaria", explica Elena Cubero.
Asociacionismo
Además, no todas las convocatorias cumplen con el sistema 2+2 según denuncia Abel Morcillo, que prepara su tesis doctoral en el departamento de Ciencias de la Antigüedad de Filosofía y Letras, en Cáceres. "El problema que tenemos en Extremadura es que no hay una asociación", indica. Un aspecto para el que se busca una solución en breve. Abel, junto con un grupo de becarios de esta facultad, ha convocado a través del correo electrónico una reunión --el próximo jueves, 15 de enero, a las 11.00 horas en el paraninfo de Filosofía y Letras-- para constituir una asociación de jóvenes investigadores en la región. A la cita pueden asistir todas aquellas personas que están iniciando su carrera investigadora y el objetivo de este nuevo colectivo estará en sintonía con la Federación de Jóvenes Investigadores-Precarios, que agrupa a las asociaciones de precarios --como se hacen llamar-- del país.
Pero si ya es difícil abrirse camino en la investigación contando con una beca predoctoral, mucho más lo es preparar una tesis por otras vías. Este es el caso de Rubén Sanz, de 33 años, que tras colaborar en varios proyectos de investigación en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en Biología, trabaja desde hace tres años en un proyecto de conservación de dos especies arbóreas que coordina Fernando Pulido, de la diplomatura de Forestales.
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