«Queremos que los cacereños bajen hasta la Plaza Mayor y que no se den la vuelta cuando llegan a la esquina de Pintores. Buscamos dar contenido a la Plaza». El argumento lo esgrime Pilar Jiménez, presidenta de la Asociación de Empresarios Pintores-Monumental, el colectivo promotor del mercado artesanal que por tercer año consecutivo llena de vida la Plaza Mayor de Cáceres durante las navidades.45 puestos integran la muestra comercial, que ayer inauguró oficialmente el alcalde, José María Saponi, y que se prolongará hasta el 7 de enero. El dato pone de manifiesto que es el mercadillo más numeroso de todos los celebrados en este escenario. En la primera edición se instalaron 33 tenderetes y en 2005 lo hicieron 39. El incremento de participantes «es una buena señal», apunta Pilar Jiménez. El mal tiempo deslució ayer por la mañana el recorrido inaugural. El cortejo estaba integrado por políticos municipales y comerciantes. Antes de iniciar el periplo, Saponi reconoció el papel jugado por iniciativas como éstas. «El mercado navideño de la Plaza Mayor toma el aire que debe tomar al incardinarse perfectamente en el entorno. Es algo que a los cacereños les gusta mucho y que es de agradecer la iniciativa. Es una prestación muy oportuna para que se sienta más la Navidad, no para que la gente se gaste el dinero porque cada uno se gastará lo que pueda y crea conveniente. Pero esto da mayor ambiente a todas estas fiestas», argumentó bajo la mirada atenta del concejal de Festejos, Lázaro García, y la de viandantes que en ese momento se vieron sorprendidos por la nube de periodistas. Además del crecimiento experimentado por el número de comerciantes que se dan cita en la Plaza Mayor, el mercado de artesanía tiene otra novedad: su distribución. Los habituales notarán que este año no se ha ocupado el área de los taxis y que los tenderetes se han desplazado hacia las inmediaciones del Foro de los Balbos y la ermita de la Paz. La bandeja central se ha reservado a artesanos y juegos infantiles.Aquí, en la bandeja central, encontramos a Edgar Díaz, un colombiano residente en Zaragoza especializado en el arte de endulzar paladares. Su puesto conquista olfatos con un dulce olor a almendras garrapiñadas. Es el tercer año que visita este mercado. Aunque la muestra se inauguró ayer, los tenderetes abrieron al público el 6 de diciembre, a las puertas del Puente de la Constitución. Edgar traslada sus primeras impresiones. «Ayer -por el miércoles- ya estuvimos trabajando. Vino bastante gente. Había muchos turistas y el tiempo nos acompañó. Esperamos que de aquí en adelante nos acompañe también», desea con su cálido acento.Entre libros minúsculos a siete euros, artículos de cristal checo, repostería gallega, productos naturales, complementos en plata y cuadros de todos los tamaños y motivos, el puesto que regenta Adel Cheouche despierta especial interés entre los visitantes. Es el único cien por cien navideño. Vende nacimientos realizados en madera de olivo de Belén. «Artesanía de Tierra Santa», reza el reclamo. «Atrae mucho la artesanía religiosa de la tierra de Jesús», asegura este joven, que asiste por primera vez al mercado artesanal.
¿Cumple el objetivo?
¿Cumple esta iniciativa el objetivo con el que fue concebida por Pintores-Monumental? ¿Van los cacereños más allá de la calle Pintores? ¿Se dinamiza el comercio del centro durante las fechas navideñas?Pilar Jiménez responde en tono afirmativo. «Yo noto que se acerca más público a mi tienda. El miércoles eran las nueve y media de la tarde y todavía había mucha gente en la Plaza», subraya. La opinión coincide con el argumento de Rocío Carrillo, de la tienda de complementos El Capricho, situada en los soportales. «Baja mucha más gente a la Plaza y hay más movimiento. Entonces, también hay más posibilidades para vender. El resto del año, nuestros clientes vienen de hecho a la tienda porque la Plaza está abandonada, necesita vida».Marta González, de la tienda de regalos Superstition, discrepa con Rocío y Pilar. «Es cierto que baja más gente a la Plaza, pero no se nota a la hora de las ventas porque no entran en la tienda; se quedan en los puestos». Pero comparte con Rocío Carrillo una expresión rotunda: «La Plaza Mayor necesita mucha caña. Está muerta todo el año».
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